Ubicada entre la Via del Corso y la Via del Babuino, la Basílica debe su nombre a una pequeña iglesia preexistente dedicada a la Virgen y dirigida por los frailes Carmelitanos. La nueva construcción dedicada a la Virgen, basada en un proyecto de Carlo Rainaldi, se debe al cardenal Gerolamo Gastaldi, por iniciativa de Papa Alejandro VII.
La primera piedra fue colocada el 15 de julio de 1662, pero en 1667, a la muerte del Papa, los trabajos se detuvieron y se reanudaron unos años más tarde, bajo la supervisión de Gian Lorenzo Bernini, por obra de Carlo Fontana y Mattia de Rossi. La Basílica se terminó en 1675, aunque las decoraciones internas solo se completaron en 1679.
Santa Maria in Montesanto y la cercana Santa Maria dei Miracoli se conocen como las “Iglesias gemelas”; fueron concebidas por Rainaldi como dos construcciones simétricas, pero debido a problemas de espacio, las plantas y las cúpulas son diferentes, aunque, vistas desde la plaza, por un efecto óptico, parecen idénticas.
Bernini, de hecho, hizo unos cambios al proyecto original del Rainaldi, ante todo diseñó la planta de la basílica de forma elíptica para adaptarla a la conformación del espacio disponible y la equipó con la cúpula dodecagonal y el campanario del siglo XVIII, sobre un diseño de Girolamo Theodoli. El interior está dominado por elegantes estucos blancos y acoge a tres capillas a cada lado, ricamente policromadas. En el altar mayor se encuentra el lienzo de la Madonna del Carmine di Monte Santo (siglo XVI) que, según una antigua leyenda, se completó milagrosamente después de que una niña, incapaz de representar el color del rostro de la Virgen, se durmió y misteriosamente, al despertar, encontró la imagen acabada de la Virgen.
La iglesia fue confiada a los Carmelitas hasta 1825, cuando el Papa León XII promovió unas obras de restauración y le confirió el título de Basílica Menor. En 1953, confiada a Monseñor. Ennio Francia, la iglesia se convirtió en sede de la Misa de los Artistas, establecida oficialmente en 1941 bajo el Papa Pío XII. En la época se llevaron a cabo unos trabajos de restauración y embellecimiento, entre ellos la Via Crucis y el altar de las celebraciones. Desde finales de octubre hasta finales de junio, en domingos se oficia la Misa de los Artistas, cuyo lector suele ser un actor. De hecho, la basílica también se conoce como la “Iglesia de los Artistas” por el vinculo con el mundo del arte y de la cultura y por los funerales de los muchos artistas que ahí se ofician.
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