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Hoteles emblemáticos de Roma

El encanto del pasado, la fascinación del tiempo presente

Riqueza, esplendor y magnificencia: los pilares importantes del lujo son también la elegancia y el estilo, especialmente si se combinan con el encanto de un pasado inmortal. Es decir,el gran lujo es sobre todo lo que huele a sueño o lo que nos envuelve en la magia de la Historia -con mayúsculas- y sus evocadoras sensaciones. En nuestra ciudad eterna, también los hoteles tienen un pasado ilustre que narrar, lo que no es de sorprenderse. Desde las primeras posadas renacentistas hasta los hoteles de estilo parisino de finales del siglo XIX y principios del XX, la historia ha transitado por sus estancias, donde se han alojado escritores, artistas, científicos, reyes, príncipes y embajadores. Para preservar este patrimonio histórico y dar el justo valor a la hospitalidad de alto nivel, Federalberghi Roma (la Federación de hoteles de Roma) ha agrupado algunos de los establecimientos nacidos por lo menos desde 1950 en adelante  en el Consejo de Hoteles Históricos (Comitato Alberghi Storici), con más de 40 hoteles miembros, de los que la mitad son de cuatro o cinco estrellas.

Antiguos orígenes y huéspedes extraordinarios en el corazón de la capital

El premio al hotel más antiguo de la ciudad pertenece al Albergo del Sole, antes Locanda del Montone: un lugar tan íntimo y refinado-con un jardín en el interior lleno de flores y palmeras y un salón con pinturas al fresco del siglo XVIII- en una ubicación única, situada de espaldas al Pantheón.

Dos placas rememoran que Ludovico Ariosto se hospedó aquí el año 1513 y el compositor Pietro Mascagni, que celebró aquí el estreno de Cavalleria Rusticana, pero su primer testimonio histórico se remonta al año 1467, en el que recibió a las tropas del emperador Federico III de Habsburgo. Su historia ha sido traspasada por personajes excepcionales, como el mago y alquimista Conde Cagliostro y, en épocas más recientes, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. No muy lejos, en la plaza adornada con la "pulcin della Minerva" de Gian Lorenzo Bernini, un palacio construido en 1620 como hogar de la familia aristocrática portuguesa Fonsecas alberga el primer gran hotel italiano, el Grand Hotel de la Minerve, transformado en un hotel de lujo en 1835 de la familia francesa Sauve, que llegó a la ciudad después de Napoleón. Sus suites llevan el nombre de algunas de las muchas personalidades destacadas que la eligieron como residencia, y son nombres que te dejarán sin aliento: Stendhal, Herman Melville, George Sand, Vittorio Alfieri. El refinado aparato decorativo creado para sus salones por el escultor Rinaldo Rinaldi, primer alumno de Antonio Canova, contribuye a realzar las líneas nobles y elegantes del edificio.

La elegancia del Tridente de Roma, desde la Piazza del Popolo hasta la Via del Corso

Con su arquitectura y mobiliario de estilo Art Nouveau, sus terrazas panorámicas rodeadas de jardines, el Grand Hotel Plaza de Via del Corso, en la zona del Tridente de Roma, fue fundado como posada en la última década de la Roma papal, pero pronto se convirtió en un lugar de reunión para nobles, artistas, políticos y miembros de la realeza que visitaban Roma. Se dice que los príncipes Umberto y Margherita di Savoia miraban el carnaval romano desde sus ventanas, pero la cuenta de sus ilustres huéspedes es larga: Pietro Mascagni, la emperatriz de México Carlotta, pero también Luchino Visconti y Federico Fellini. Al ingresar en Roma desde Porta del Popolo, el primer hotel que se encontraba ya era el Hotel de Russie, "un auténtico paraíso terrenal" para el poeta francés Jean Cocteau, que se alojó allí en 1917 con Pablo Picasso para montar el primer ballet cubista del mundo. Destinado a hotel en el último cuarto del siglo XIX, fue un lugar frecuentado por tantas cabezas coronadas (los Romanov, el príncipe Jerónimo Napoleón, el rey Gustavo de Suecia, Fernando y Boris de Bulgaria...) que se mereció el apelativo de "Hotel de Reyes". El arquitecto Giuseppe Valadier ha realizado un espléndido jardín secreto, visible únicamente desde la parte trasera del hotel y repartido en distintas terrazas que suben hacia el Pincio. En el lado opuesto de la Piazza del Popolo, en Via della Penna, el Hotel Locarno es una refinada joya del Art Nouveau, guardiána de una época con un enlace indisoluble con el mundo del arte y la cultura. Se fundó en 1925 por una familia suiza que le dio el mismo nombre que a su ciudad natal, y a partir de los años 60 se convirtió en el lugar de encuentro de una animada comunidad de artistas, actores e intelectuales, con invitados notables como Jean-Michel Basquiat y Jorge Luis Borges

El lujo imperdible de una mirada deslumbrante

En lo más alto de la Escalinata de Trinità de' Monti, en una locación espectacular en el corazón de Roma, el Hotel Hassler Villa Medici toma el nombre de su promotor, el suizo Albert Hassler, quien lo fundó en el año 1893, pero ha pertenecido a la familia Wirth desde los años 20. Lugar de encuentro natural para la élite política, económica, cultural italiana y extranjera, el hotel ha sido frecuentado por varios centenares de excelentes visitantes: la familia Kennedy, el príncipe Ranieri de Mónaco y Grace Kelly, Charlie Chaplin y Gabriel García Márquez son algunos de los personajes que figuran en su Libro de Oro. Asimismo, es envidiable la vista desde la terraza del hotel Sina Bernini Bristol, que Paolo Sorrentino eligió para la película "La grande bellezza". El hotel, inaugurado en 1874 como Hotel Bristol en honor al cuarto conde de Bristol -del que se narran sus numerosos viajes por Europa y su lujoso estilo de vida-, fue reconstruido desde los cimientos a principios de la década de 1940, y se le añadió el nombre de Bernini, autor de la Fuente del Tritón que domina la Plaza Barberini. En su larga historia, el hotel ha sido punto de referencia para personajes ilustres como el Emperador de Brasil, los Príncipes de Galles, los Rockefeller y los Vanderbildt que solían permanecer en la ciudad durante los fríos meses de invierno.

Un viaje de la Belle Époque a la Dolce Vita recorriendo la Via Veneto

Desde la plaza Barberini hasta Via Veneto, la calle de la Belle Époque -con sus lujosos hoteles y cafés de estilo parisino- que en los años 50 y 60 se transformó en el destino de las estrellas de cine y los artistas, y que finalmente se hizo inmortal con la película de Federico Fellini La Dolce Vita. El primer hotel que se abrió en la calle, en 1889, fue el Majestic, obra de Gaetano Koch -autor del cercano edificio de la Embajada de Estados Unidos y del Banco de Italia, entre otros-, que imprimió al edificio su característica línea de "piano". Su modernidad, su diseño arquitectónico, sus tapices, sus preciosos muebles y los frescos de Domenico Bruschi en el salón de baile lo han hecho famoso desde los años 20: reyes y reinas, príncipes y princesas, así como estrellas del mundo del espectáculo, lo han convertido en su lugar favorito para quedarse en Roma. El cercano Hotel Palace, de estilo neorrenacentista obra  del arquitecto Carlo Busiri Vici, se construyó pocos años después. Se convirtió en la biblioteca de la Embajada de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial y fue reinaugurado en la década de 1990 como Palacio Ambasciatori, reteniendo la belleza de las habitaciones y decoraciones originales, como la balaustrada de hierro forjado de la escalera Art Nouveau. 

En el año 1927, el Albergo degli Ambasciatori, ahora Gran Hotel Palace, se inauguró espectacularmente en Via Veneto. Es un ejemplo del modernismo romano, diseñado por el arquitecto Marcello Piacentini y marca la evolución del Art Nouveau al Art Déco. Al cruzar su portal de hierro forjado y bronce, uno se adentra en una atmósfera de tiempos pasados, entre estucos, lámparas de cristal, suelos de mármol y maravillosos frescos pintados por el veneciano Guido Cadorin: entre los personajes retratados están los propietarios del hotel, Marcello Piacentini y su familia, y un sorpresivo Gio Ponti que se muestra en una columna con una sonrisa irónica.

 

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